"En
las cosas del saber y del vivir,
sólo se gana lo que se da, sólo
se pierde lo que se guarda” .Estas son las sabias palabras
del poeta, Antonio Machado. Dilema entre egoísmo y
generosidad; dilema que, para un maestro, no es nunca tal, porque sabe
conjugar, en sí mismo, tanto grandeza, como generosidad.
Ser maestro es
una elección de vida que se asume con el corazón y sobrelleva todo lo que esta
labor indica: exigencias, renunciamientos, frustraciones, agotamiento pero también
muchas satisfacciones. Porque todo se deja a un lado cuando se ingresa a un
aula y se trata de dar lo mejor. Cada beso, cada abrazo, cada saludo es un
impulso que nos anima a seguir y nos reconforta. Nos viene bien, lo necesitamos
porque nos borra el malhumor, el descontento, el cansancio y. Nos brota
nuevamente la autoestima, la fe en un futuro mejor, las ganas de luchar por lo
que creemos. Estos buenos sentimientos, nos permiten proyectar y no bajar
los brazos, aún cuando la realidad tenga muchas veces una lectura pesimista.
El 11 de
septiembre se celebra en Argentina el Día del Maestro en recuerdo de Domingo Faustino Sarmiento.
Aquel sanjuanino nacido el 15 de febrero de 1811, autodidacta,
Maestro de Maestros, que llegó a ser Presidente de la República Argentina,
bregó por la educación y la creación de las Escuelas Normales en Argentina,
para lograr la formación de maestros en el país, para la educación de las
generaciones contemporáneas y futuras.
Su figura de fogosa personalidad, despertó admiración,
resistencia y oposición desde las más diversas posiciones políticas en su época
e incluso posteriormente.
Fue docente, periodista, militar, estadista, promotor de avances científicos,
político y escritor. Como hombre de acción, soñó un rol protagónico para
nuestro país en el grupo de las grandes naciones del mundo.
En esta fecha también se homenajea a todos los maestros que, como él, piensan
que la educación es fundamental y se dedican cada día a ella con todo su empeño
y cariño, para que siga habiendo muchas escuelas y para que todos los chicos
que habitan nuestro suelo puedan estudiar.
El mensaje de
Sarmiento todavía permanece: “Educar al soberano” ¡Argentina lo merece! Los
docentes de hoy, toman su mensaje haciéndolo crecer y multiplicar a lo ancho y
a lo largo de este bendito país.